Sentencia (segunda parte)
Tres:
Bajo la mirada al piso, para calmarse y permaneció así por un momento. Unos pies se ubicaron frente a ella y sintió el inconfundible peso de la mano de él sobre su cabeza, impidiéndole que la levantara.
Basto una orden para ponerse en marcha: vámonos de aquí, te espero en mi coche.
Ella lo siguió, solo veía su espalda, su caminar seguro aun no se había enfrentado con esos ojos que ella sabía, la penetraban y ultrajaban duros y calientes.
Subió al coche, a su lado. El motor se puso en marcha y él tomando su cabeza la dirigió a su entrepierna.
Allí tenia a su disposición el regalo que el siempre le daba. No esperó más, bajo la cremallera y sacando su pene erecto y ya húmedo, comenzó a masturbarlo, primero con las manos y luego con la boca. El conducía y entre cambio y cambio de marcha, tomaba su cabeza con fuerza y la empujaba hasta sentir que chocaba con el fondo de su garganta.
Llegaron a destino, el aun no se había vaciado, ni tenia intenciones de hacerlo, la noche sería larga y quería disfrutarlo. Tampoco se habían saludado, las únicas palabras dichas fueron las de el. Bajaron del coche, él la tomó del cuello por atrás y la condujo adentro de la casa.
Sin previo aviso, después de cerrar la puerta, la tomó violentamente del cabello y con la otra mano comenzó a rasgarle la ropa, desesperadamente, sin distinguir entre las telas, hasta lograr tener su piel desnuda ante sus ojos.
La miro fríamente y bajo su mano a la entre pierna y dijo: - ya estas mojada perrita mía y ni siquiera te he hecho nada. Pareces una perra en celo, eso hay que solucionarlo.
El seguía vestido, la puso en cuatro patas y solo saco su pene del pantalón, y allí mismo en el piso, la tomó un poseso, la embistió hasta que las lágrimas de ella saltaron pidiendo más que no se detuviera. Ella sentía como la tela y la cremallera de su pantalón le azotaban las nalgas con cada embestida, dolía, pero no quería que se detenga. Finalmente el descargo su leche dentro ella con un fuerte empujón, dejándole las nalgas rojas y con marcas de sangre por el roce.
Ambos se tumbaron sobre el piso frío y se durmieron.
(continuará....)
Bajo la mirada al piso, para calmarse y permaneció así por un momento. Unos pies se ubicaron frente a ella y sintió el inconfundible peso de la mano de él sobre su cabeza, impidiéndole que la levantara.
Basto una orden para ponerse en marcha: vámonos de aquí, te espero en mi coche.
Ella lo siguió, solo veía su espalda, su caminar seguro aun no se había enfrentado con esos ojos que ella sabía, la penetraban y ultrajaban duros y calientes.
Subió al coche, a su lado. El motor se puso en marcha y él tomando su cabeza la dirigió a su entrepierna.
Allí tenia a su disposición el regalo que el siempre le daba. No esperó más, bajo la cremallera y sacando su pene erecto y ya húmedo, comenzó a masturbarlo, primero con las manos y luego con la boca. El conducía y entre cambio y cambio de marcha, tomaba su cabeza con fuerza y la empujaba hasta sentir que chocaba con el fondo de su garganta.
Llegaron a destino, el aun no se había vaciado, ni tenia intenciones de hacerlo, la noche sería larga y quería disfrutarlo. Tampoco se habían saludado, las únicas palabras dichas fueron las de el. Bajaron del coche, él la tomó del cuello por atrás y la condujo adentro de la casa.
Sin previo aviso, después de cerrar la puerta, la tomó violentamente del cabello y con la otra mano comenzó a rasgarle la ropa, desesperadamente, sin distinguir entre las telas, hasta lograr tener su piel desnuda ante sus ojos.
La miro fríamente y bajo su mano a la entre pierna y dijo: - ya estas mojada perrita mía y ni siquiera te he hecho nada. Pareces una perra en celo, eso hay que solucionarlo.
El seguía vestido, la puso en cuatro patas y solo saco su pene del pantalón, y allí mismo en el piso, la tomó un poseso, la embistió hasta que las lágrimas de ella saltaron pidiendo más que no se detuviera. Ella sentía como la tela y la cremallera de su pantalón le azotaban las nalgas con cada embestida, dolía, pero no quería que se detenga. Finalmente el descargo su leche dentro ella con un fuerte empujón, dejándole las nalgas rojas y con marcas de sangre por el roce.
Ambos se tumbaron sobre el piso frío y se durmieron.
(continuará....)
8 comentarios
Kaperucita Negra -
EroticBolg -
remittance girl -
rg
el afiladorr -
un saludo
JorgeRueda -
Lo que nos debes son mas posts, ¿no?.
Un beso,
Jorge
EroticBlog -
Kaperucita Negra -
Besitos esperando la continuacion
Jorge -
ella qué siente?
por qué acepta la situación?
... se va poniendo interesante la historia.
un saludo,
Jorge
-(ya busco a la Bella y Alicia, ya ví tu direc de mail-